Es una verdad mundialmente reconocida que cada generación tiende a pensar que fue mejor que la anterior. A veces nos sorprende cuando nuestros mayores nos dedican un entrañable ratito a contar historias del pasado que nos demuestran que cada uno vive lo suyo, que no hay tiempos ni mejores ni peores y que la gloria que ahora veneramos puede ser, y en muchos casos ciertamente será, lo vetusto del mañana y que los grandes nombres que nos precedieron, sustentan e inspiran nuestros pasos de hoy.
Fotografía extraída de wikipedia.org
Hoy en día muchos de nuestros jóvenes se echarían las manos a la cabeza si su tarde de sábado se planteara haciendo una quedada entre chicos y chicas yendo a disfrutar de una buena zarzuela. Pero hace poco más de un siglo, este género chico que llegó a su máximo esplendor en España a mediados del siglo XIX y que debe su nacimiento a autores con mayúsculas del Siglo de Oro como Lope de Vega o Calderón de la Barca, habría sido todo un acontecimiento esperado durante una larga semana por los mozos y las mozas del lugar.
La zarzuela, que toma su nombre del regio palacio, emergió con renovado empuje dos siglos más tarde de la mano de batutas talentosas de su tiempo como Francisco Barbieri o Emilio Arrieta, que muchos tan solo evocarán gracias a algunas calles de un céntrico Madrid que llevan su nombre aunque, en realidad, fueron toda una gloria musical en una época en la que la sociedad comenzaba a descubrir los sabrosos placeres del ocio compartido, la belleza de la música y los encuentros en las cálidas tardes de primavera con el mero objetivo de pasar uns horas apacibles y de evasión. Y es que una zarzuela es un género lírico que recrea escenas costumbristas, divertidas y cotidianas, con partes habladas y otras cantadas que a pesar del paso de los años ha sobrevivido en el imaginario de todos y cada uno de los españoles con el inolvidable melodía “¿dónde vas con mantón de Manila?” de la obra magna del salmantino Tomás Bretón “La verbena de la Paloma”. Por cierto, cabe reseñar que los mantones de Manila en realidad procedían de China, de la provincia del Cantón, pero arribaban a España a través de las clásicas líneas marítimas del Imperio pasando por la capital filipina que inmortaliza su nombre.
Fotografía extraída de salamancartvealdia.es
Y aquí es donde entra en escena nuestro célebre músico y compositor, Tomás Bretón y Hernández, nacido en Salamanca un crudo 29 de diciembre de 1850 quien ya desde muy joven sobresalió en sus estudios en la Escuela de Nobles y Bellas Artes de San Eloy con los que se iba ganando poco a poco la vida tocando en pequeñas orquestas e iglesias de la zona. La bellísima capital charra fue el escenario intelectualmente estimulante de su infancia y juventud que vio florecer su interés por la música desde una edad temprana. Aunque Salamanca no era conocida como un centro musical prominente en ese momento, la influencia de la rica tradición cultural de la ciudad se reflejó en la sensibilidad artística de Bretón.
Pero sus miras eran más elevadas y llegó a ahondar en trasfondos musicales mucho más profundos que la popular zarzuela, de manera que se convirtió en un prestigioso director de orquesta en la Sociedad de Conciertos de Madrid como dejan patente las piezas “En la Alhambra” o “Escenas Andaluzas”, fue compositor de cámara, recreó poemas del magnífico Gustavo Adolfo Bécquer y llegó a superar las altas cimas de la ópera nacional, llegando a recalar en escenarios del panorama europeo y americano. Fue de hecho discípulo del ya mencionado Emilio Arrieta y fue apadrinado por el poderoso y cultivado conde Morphy quien le apoyó para que su ópera “Los amantes de Teruel” triunfara en el Teatro Real de Madrid.
Es sin duda Bretón uno de los grandes hijos de la preciosa ciudad de Salamanca. Todos guardamos en la memoria los famosos cines que fueron bautizados en su honor y no olvidemos el medallón que lo inmortaliza desde el 30 de agosto de 2012 en el Pabellón de Petrineros de nuestra majestuosa y sin igual Plaza Mayor. Su legado educativo se percibe en la inspiración que proporcionó a músicos y compositores salmantinos que siguieron sus pasos. Aunque su tiempo en la ciudad fue limitado después de su mudanza a Madrid, su influencia perduró y se hizo evidente en la creciente apreciación de la música entre nuestros jóvenes. La figura de Tomás Bretón también ha sido conmemorada en Salamanca a través de homenajes y reconocimientos. Calles y espacios públicos llevan su nombre, y su legado se celebra en eventos musicales que honran su contribución a la música española. Su conexión con Salamanca es, por lo tanto, una parte integral de la identidad cultural de la ciudad.
En estos días, animamos a todos nuestros visitantes y vecinos de Salamanca a que acudan a la sala de exposiciones de la Torre de los Anaya del 8 de noviembre al 28 de enero para conocer más de cerca a esta interesante figura del panorama artístico y musical español en una exhibición organizada por la Biblioteca Nacional de España y la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes.
Y, por supuesto, os invitamos a seguir profundizando en la Historia de nuestra ciudad y a descubrir los personajes que con su talento y quehacer han construido el pasado, presente y futuro de Salamanca, de la mano del mejor de los compañeros, un guía oficial que os llevará de la mano para descubrir rincones escondidos y las historias y secretos que en ellos se ocultan.
¿Te gustaría visitar la ciudad de Salamanca y su rico patrimonio histórico de la mano de un Guía Oficial? Contacta con nosotros y vive una experiencia única en un entorno inigualable.
Descubre todo lo que podemos ofrecerte en https://salamancavisitaguiada.com
o puedes mandarnos un e-mail a info@salamancavisitaguiada.com
Estamos a tu disposición en el número de teléfono +34 636 87 32 60
Los Guías Oficiales de Turismo de Salamanca estamos para ayudarte en todo lo que necesites para vivir una experiencia única en Salamanca.