Celebración de la Virgen de la Asunción en La Alberca

Celebración de la Virgen de La Asunción en La Alberca

Hace escasas dos semanas celebrábamos en España una de las fiestas religiosas más arraigadas en el país, la Virgen de la Asunción, que cada año invita a los españoles a agrupar unos pocos días estivales para poder disfrutar del célebre puente de agosto. 

El quince de agosto es festivo en España pero también en países vecinos como Portugal, Francia o Italia y celebrado igualmente en algunos países latinoamericanos como Colombia y Chile.                 

La fiesta declarada nacional en España conmemora la Asunción de la Virgen María al cielo. Sin duda, es una de las festividades más importantes de la Iglesia que establece que por haber sido Madre de Jesús, y preservada de la mancha del pecado, María, como Jesús, se elevó a Dios para la vida eterna.

María fue la primera, después de Cristo, en experimentar la resurrección y es una anticipación de la resurrección de la carne que para todos los demás vendrá después del Juicio Final.

El uno de noviembre de 1950, el Papa Pío XII proclamó la Asunción de María como un dogma de fe.

Desde hace más de cinco siglos, se celebra en el bello y tradicional pueblo salmantino de la Alberca, el “Diagosto”, en honor a Nuestra Señora de la Asunción.

El quince de agosto de cada año el pueblo serrano se dirige con tamborileros y pasacalles hacia la iglesia para una ver terminada la misa mayor salir la procesión hacia la engalonada Plaza Mayor donde mayordomos y vecinos realizan ofrendas que exigen una serie de reverencias y ceremonias observadas con gran fidelidad.

Los albercanos ataviados con sus trajes más vistosos ofrecen a la Virgen todo lo que tienen y todo lo que son. Para después  del Ofertorio realizar las danzas típicas: el paleo y el teje y desteje de las cintas del ramo.

El “Diagosto” se presenta como una buena ocasión para contemplar el bello traje de vistas de la mujer albercana, traje de boda y de ofertorio, de celebraciones civiles y religiosas, considerado como el más vistoso de los trajes regionales del panorama nacional; un traje que hasta el mismo pintor Joaquín Sorolla homenajeó en su obra Paisajes de España.

El traje consta de jubón, manteo y delantal negro, morado o marrón carmelitano, con bordes de diferentes colores, no faltando cintas asalmonadas o plateadas que rompen la severidad. Las medias son encarnadas y bordadas de colores. El zapato negro con hebillas de plata cincelada.

La mujer cubre su cabeza con un tocado o mantilla de encaje blanco o de gasa que cae sobre la frente en forma de pico ocultando la boca y la barbilla, dándole un aspecto islamizante. Pero sin duda el aspecto más llamativo del traje de vistas es el conjunto de collares y brazaletas que cubren todo el frente de la mujer, desde el cuello hasta casi las rodillas; este conjunto de alhajas, está compuesto principalmente por coral y plata, con la que se entremezclan relicarios, medallas caladas y crucifijos.

De este conjunto de collares destacan dos de ellos: la media vuelta y, sobre todo, la vuelta grande, en la que alternan bolas de plata con filigranas llamadas bollágaras con cilindros de plata aflligranada llamados carretes o castillos; La vuelta grande termina con una patena (gran medallón circular u ovalado, con figuras religiosas cinceladas) o un crucifijo, como remate.

Gran importancia tienen igualmente las brazaleras, un conjunto de cadenas de plata que cuelgan de ambos hombros y en cuyos extremos aparecen amuletos y relicarios, además de medallas y crucifijos.

El traje masculino albercano es sobrio y severo, con una fuerte carga de hieratismo. Se compone de sombrero, chaleco, chaqueta, camisón, faja, calzón, bombacho y la bota alta. En la cabeza, bajo el sombrero o sin  él, suele ponerse un pañuelo de seda. Además los mayordomos y cofrades lucen con solemnidad sus elegantes capas.

La mañana del dieciséis de agosto, en el Solano Bajero, frente al atrio de la iglesia, sobre un tablao, se representa la Loa, una antiquísima representación mariana, emparentada con el teatro semilitúrgico, en  la que el pueblo escenifica la debilidad humana ante la maldad del diablo, para terminar venciendo la Virgen en un anual litigio que libera del pecado a los asistentes.

Además las tardes del dieciséis y diecisiete de agosto se celebran las tradicionales corridas de toros en el improvisado coso de la plaza mayor donde un callejón sin salida de la misma desempeña la función de toril.

Esta fiesta albercana, declarada de interés turístico nacional, es una excusa más para desplazarse a este tradicional pueblo salmantino de la Sierra de Francia, situado a escasos 77 Kms. De la capital charra y declarado Monumento Nacional en 1940 ; Y así poder también degustar los platos típicos serranos como sus excelentes embutidos , curados al humo y al aire de la sierra, el cabrito cuchifrito, el limón serrano (ensalada elaborada a base de limón, naranja, huevo duro y chorizo), los tradicionales hornazos (empanadas de embutidos) y por supuesto, no puede faltar, su variada y riquísima repostería, elaborada con productos naturales: obleas, miel, polen, perronillas, almendras garrapiñadas y turrones.

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