De Ruta por el Cerrato Palentino: sus tesoros
Muchas son las cuestiones e historias que podríamos abordar y describir hablando de ir De Ruta por Cerrato Palentino pero hoy nos vamos a centrar en tres de sus joyas más relevantes. Lo haremos siguiendo la Ruta 4 de la actividad veraniega de la Diputación de Palencia “Palencia en seis rutas” que las guías de AGOTPAL tenemos la suerte de acompañar desde hace unos años.
En relación al Cerrato, podríamos hablar de su particular paisaje de colinas y cerros, de sus bodegas subterráneas con las D.O Arlanza y Cigales, de su queso o de sus tradiciones culinarias, por ejemplo. Patrimonio monumental tiene para escribir muchos artículos por eso hoy nos centraremos en tres iglesias espectaculares de la comarca: San Juan Bautista en Palenzuela, San Millán en Baltanás y Santa Columba en Villamediana. ¿Las conoces? Éstas y muchas otras las puedes recorrer este verano de la mano de la Diputación de Palencia y AGOTPAL.
Iglesia San Juan Bautista
La ruta se inicia en Palenzuela, la antigua Pallantia arévaca, a la que accedemos por su imponente puente de piedra. Dejando a un lado el Arco de la Paz ascendemos hasta parte alta del pueblo en la que nos reciben las misteriosas ruinas del castillo de Palenzuela. Por sus calles encontramos las huellas del tiempo en sus casas blasonadas, en lo que queda de la magnifica iglesia que tuvo que ser Santa Eulalia y por supuesto, en nuestro destino: La iglesia de San Juan Bautista.
San Juan bautista es un templo rotundo y sobrio comenzado a construir en los siglo XIV y XV con obras posteriores de restauración en el XVI que configuraron el templo que hoy disfrutamos. Nos recibe lo único que queda del templo gótico del XIV, su portada con cinco sencillas arquivoltas y los escudos de los Gómez de Castro enmascarando las basas de sus columnas. Sobre ella, un amplio arco con un vano que es lo único que sobrevive al derrumbe de la iglesia en el 1485.
Interior de san Juan Bautista
Dentro nos sorprender lo diáfano y luminoso de su planta de salón. Un bosque de columnas palmeradas nos invitan a acceder al templo para descubrir sus tesoros. Imposible describirlos en un solo artículo. Resaltaremos su retablo mayor dedicado a San Juan Bautista y La Virgen, con pinturas de Jacinto Anguiano y esculturas de Juan de Pobes. Así mismo, su espectacular tríptico doble de la Inmaculada en la Capilla de los Fernández de Salazar y el no menos impresionante retablo de Santa Eulalia, procedente de la iglesia del mismo nombre y que se atribuye a Hernando de Nestosa. Los sepulcros de los Gómez de Castro, Herrera y Fernández de Salazar nos hablan de las familias ilustres que contribuyeron a la construcción y ornato de este templo. Su sencillo baptisterio nos transporta a otros tiempos. Pasear la mirada por el interior de este edificio que nos recibe en las brillantes mañanas estivales es todo un placer que invitamos a disfrutar.
Iglesia de San Millán
Tras despedirnos de Palenzuela enfilamos la carretera hacia Baltanás, capital histórica del Cerrato palentino asentada en ”el valle de Atanasio”. El singular paisaje cerrateño nos acompaña en nuestro periplo hacia San Millán. Nos recibe mirando al cielo su torre campanario de tres cuerpos.
San Millán es un templo majestuoso situado en las inmediaciones del Barrio de las Bodegas en donde se supone que también se situó el castillo de la localidad. Nos ocurre de nuevo: no sabemos dónde posar nuestra mirada en este magnifico edificio. Construido entre los siglos XVI y XVIII sobre otro templo anterior del XIV tiene incluso algún recordatorio de su pasado románico como los canecillos exteriores en el muro del Evangelio.
Interior de San Millán
Inmensos pilares sostienen las bóvedas que con el número y disposición de sus nervios nos indican el paso del tiempo. De crucería sencilla las más antiguas en la nave del Evangelio junto a la cabecera del templo. De estrella y flor estrelladas con terceletes y octógonos las más recientes del resto de las naves. El antepecho labrado del coro, iniciado como obra gótica y terminado en estilo plateresco, sirven de preámbulo al magnífico órgano barroco del siglo XVIII que nos vamos a encontrar frente a la puerta de entrada..
En su interior nos sorprende el retablo de San Millán con pinturas del taller de Felipe Gil de Mena; el retablo rococó de la Circuncisión tallado por Francisco Tejedor; el sombrero renacentista de su púlpito o sus Cristos Crucificados: el del Calvario del retablo mayor del siglo XIV, el Cristo de Balaguer también del XIV y el que custodia la Pila Bautismal, que es del XVI. Todas estas obras de arte nos hablan de la riqueza escultórica y patrimonial que tiene esta población que llegó a contar con seis iglesias parroquiales, una conventual y 14 ermitas. Emprendemos el camino hacia la última de nuestras visitas.
Iglesia de Santa Columba.
Este último templo, desconocido para mucha gente, será el broche final de una estupenda mañana de vagar por el Cerrato en pos de sus tesoros. Fue construido entre los siglos XIII y XVI posiblemente sobre uno anterior del siglo X. Nada más acercarnos e ingresar en un atrio de siete vamos, descubrimos una puerta de madera con unos herrajes románicos maravillosos. Con planta de cruz griega inscrita en un cuadrado, las sucesivas ampliaciones la convierten en una iglesia de tres naves con torre en la cabecera y espadaña al exterior y coro a los pies en el interior.
Como de los otros templos, podríamos contar y describir sus obras de arte durante largo rato. Nos centraremos en cuatro solamente: el Retablo Mayor, el de Santo Tomas de Aquino, el órgano y la sillería del coro. El retablo mayor está realizado en madera dorada y policromada. No se sabe a ciencia cierta quien lo realizó, pero su ensamblaje es puramente gótico y se barajan nombres como el del Maestro Antonio, Alonso de Ampudia, Pormaso o Giralte para su atribución. Su ensamblaje se sitúa en torno a 1520.
La imaginería, sin embargo es renacentista y salió del taller de Juan de Valmaseda. Narra escenas de la vida de la Virgen y de Cristo y sin duda, la mejor escena del mismo es la de la llamada de la Quinta Angustia.
La sillería del coro , magníficamente tallada en madera de nogal en el siglo XVII, tiene escenas del martirio de Santa Columba en el lado del Evangelio y de Santo Tomás de Aquino en el lado de la Epístola. Otros altares barrocos y rococós adornan las naves laterales.
Después de admirar estas maravilla en la Capilla Mayor, volvemos nuestros ojos hacia el final de la nave central para descubrir el coro y el órgano así como el altar de Santo Tomás de Aquino en el ultimo tramo de la nave del Evangelio.
Y así concluimos nuestro periplo cerrateño no sin recordar que con el programa estival «Palencia en 6 Rutas» de la Diputación Provincial puedes descubrir templos maravillosos como éstos en agradables visitas guiadas.
¡Elige bien quien te guía!