La custodia procesional de Ávila
El siglo XVI se ha definido como el “siglo de oro” de la ciudad de Ávila que goza de una gran vitalidad. A pesar de ser una ciudad pequeña (algunos historiadores calculan unos 2.500 vecinos, lo que equivale a unos 10.000 habitantes), no dejó de aumentar la población cristiana.
La vida económica era relativamente floreciente, gracias, entre otras cosas, a las manufacturas de paños. Hay afanes de mejora y prosperidad en la cultura y el urbanismo, pero sobre todo es un siglo de protagonismo religioso, en el que las campanas de sus iglesias controlaban todo el ritmo de la ciudad.
Se realizan numerosas fundaciones de conventos de muy diversas órdenes religiosas, así como fundaciones benéficas.
Es el siglo de grandes e ilustres personajes y, en ese contexto, el cabildo de la Catedral vive todo su esplendor. Es la hora de sus grandes obras de arte.
El cabildo de la Catedral tiene el afán de dotar a la iglesia de una custodia a la altura de los tiempos y, a la vez, de las necesidades que sienten los abulenses de manifestar su fe y amor a la Eucaristía, así como de rendirla culto.
Desde el año 1550 hay noticias escritas acerca del proyecto del cabildo que pronto se decidirá por el artista Juan de Arfe (1535-1603), perteneciente a la familia, de origen alemán, más destacada de la platería española.
Es hijo y nieto de plateros reconocidos y puede ser considerado el hombre perfecto del renacimiento, con una biografía en la que sus creaciones artísticas son muchas y excelentes, junto a una abundante producción teórica que le convierten en el paradigma del artista-escritor del renacimiento.
Su obra teórica y práctica se complementan buscando el retorno del arte español a los modelos de la antigüedad clásica y reivindicando la nobleza y dignidad de los artistas. Aunque en los manuales de historia del arte Juan de Arfe se define como escultor de plata y oro, en la obra de la custodia abulense actúa sobre todo como arquitecto.
En el año 1564 se firma la capitulación definitiva para el contrato de Juan de Arfe dejando fijados los compromisos por ambas partes en cuanto a las aportaciones de la plata para el trabajo, por parte de la iglesia, y las condiciones de peso, forma, figuras, precio y tiempo, así como las penas en caso de no cumplirse lo estipulado por ambas partes.
Después del anticipo de cien marcos de plata y doscientos ducados para comenzar el trabajo, comenzó un trabajo que quedaría terminado en 1571 según quedó firmado en la parte frontal del banco: Joannes de Arphe Legion-Facciebat hoc opus. An. 1571.
El resultado sería una de las mejores obras de su tiempo, una pieza sustentada por una armadura interior de hierro, siendo el exterior de plata, de 1,75 metros de altura, 98,5 kilos, riquísima decoración cargada de detalles iconográficos y un completo mensaje en homenaje a la Eucaristía.
Tiene la forma de torre y se apoya sobre una planta estrellada de seis puntos donde se levanta el templete que consta de seis cuerpos, en los que alternan la planta hexagonal con otra circular y una proporción que, según ascendemos, disminuye proporcionalmente la dimensión de cada uno de los cuerpos en relación con el inferior.
El primer cuerpo tiene en el basamento escenas del Antiguo Testamento en medio relieve inspirados en pasajes del Génesis y el Éxodo sobre el que se levantan seis torres que alojan a las virtudes (excepto la Templanza) y rematadas con seis templetes donde se encuentran las sibilas. En el interior, se dispone un grupo escultórico en bulto redondo que representa el Sacrificio de Isaac, como alusión cristológica del sacrificio.
El segundo cuerpo, de planta circular y orden corintio, presenta sobre el banco seis profetas sentados mirando al exterior alternando con seis ángeles niños, decoración con figuras geométricas y cúpula decorada con los símbolos de los evangelistas, el ave fénix y el pelícano. En el interior, se dispone el ostensorio decorado con oro y piedras preciosas y protegido por los doce apóstoles mirando y caminando hacia el Santísimo Sacramento.
El tercer cuerpo tiene planta poligonal y está decorado con doce templetes que albergan una campanilla y alternan con músicos y danzarines tocando instrumentos. En el interior se ha colocado el tema de la Transfiguración, al que está dedicada la Catedral de Ávila.
El cuarto cuerpo, de planta circular, muestra la representación del Padre Eterno con la bola del mundo en su mano.
El quinto cuerpo está rodeado por una balaustrada y en el interior cuelga del techo una campana.
El sexto cuerpo cierra con una cúpula sencillísima y remata con un crucifijo.
En relación con esta obra hay que citar el carro triunfal en el que procesiona desde mediados del siglo XVIII.
Para redactar el texto nos hemos basado en un artículo de Carlos Javier Ayuso Mañoso.
Si quieres conocer la historia completa hazlo siempre de la mano de un guía oficial: https://visitasguiadascastillayleon.es/avila/
Como introducción, te dejamos un video realizado por los guías de la Asociación de Ávila