En nuestra entrada de hoy , queremos hablar de un famoso personaje castellano , que mencionamos en más de una ocasión en nuestras visitas guiadas en Burgos.
¿Quién fue el Empecinado?
Este famoso héroe castellano nace en Castrillo de Duero (Valladolid) el día 2 de septiembre de 1775. Hijo de labradores ligeramente acomodados asiste a la escuela del lugar, donde aprende a leer y escribir, además de ayudar en casa con las tareas agrícolas.
El apodo de Empecinado proviene de su ciudad natal, pues así se llama a las personas de Castrillo por un arroyo, llamado Botijas, lleno de pecina (cieno verde de aguas en descomposición) que atraviesa el pueblo. Posteriormente esta palabra se convertirá en sinónimo de obstinado, uno de los rasgos atribuidos a Juan Martín.
¿Qué hizo el Empecinado ?
Desde que comienza la contienda se suma de inmediato a la resistencia contra el invasor. En un primer momento su trabajo, junto a otros compañeros, consiste en interceptar los correos franceses que transitaban por el camino real de Madrid a Burgos, en las proximidades de Aranda de Duero.
Asimismo, documentos de la Junta Central y de la Regencia, así como de los “comisionados” en su zona de operaciones, hablan de su valor en combate y de su infatigable deseo de lucha.
Además, se dice que evitaba el ensañamiento y la crueldad. Incluso una de sus primeras escaramuzas contra los franceses terminó con la denuncia de sus paisanos contra el Empecinado. En ese momento se le acusa de haber dado cobijo en su propia casa a una distinguida dama francesa que viajaba en el convoy que había capturado. Incluso es encarcelado por este hecho, pero escapa de prisión y logra rehacer su partida. Con tres de sus hermanos y otros hombres empieza a operar en un área que se extendía por las provincias de Segovia y Salamanca.
La fama de sus acciones y el hecho de que pagara puntualmente a sus hombres le atraen gran número de voluntarios, de modo que al final de la guerra mandaba una división de más de cinco mil hombres.
Benito Pérez Galdós en uno de sus Episodios Nacionales lo define como “un guerrillero insigne que siempre se condujo movido por nobles impulsos, generoso, leal y sin parentela moral con facciosos”.
Juan Martín acaba la guerra como mariscal de campo y Fernando VII le concede, entre otras distinciones, la cruz laureada de San Fernando.
Pero el Empecinado era un convencido liberal y entusiasta defensor de la Constitución de 1812. Por ello, cuando Fernando VII vuelve a España en 1814 y restaura el absolutismo, se retira a Castrillo de Duero.
Con el pronunciamiento del general Riego en 1820 vuelve a la lucha. Durante el Trienio Liberal combate a partidas realistas que buscaban restablecer el régimen anterior. Cuando en 1823 se produjo la intervención de los Cien Mil hijos de San Luis para restablecer el absolutismo, el Empecinado estaba al frente de la resistencia del régimen liberal en Castilla la Vieja y hubo de capitular finalmente en Extremadura.
¿Qué le ocurrió al Empecinado?
Juan Martín es apresado cerca de su pueblo y conducido a la vecina localidad burgalesa de Roa. Durante diez meses sufre todo tipo de vejaciones. Incluso cuentan que los días de mercado lo exhibían en la plaza dentro de una jaula de hierro.
El juez instructor, enemigo personal del Empecinado lo condena a la horca, muerte reservada a los bandidos. Es entonces cuando dicen que el Empecinado argumenta: “¿No hay balas en España para fusilar a un general?”
Cuentan que el día de su ejecución, camino del cadalso, Juan Martín rompe las cadenas que le sujetaban y trata de refugiarse en sagrado sin éxito.
El día 19 de agosto de 1825 se acaba en Roa con la vida de uno de los grandes héroes de la Guerra de la Independencia.
Desde 1843 sus restos reposan en la capital burgalesa en un mausoleo costeado por suscripción popular.
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