La Real Fábrica de Vidrios y Cristales de la Granja está emplazada en el Real Sitio de San Ildefonso, a pocos minutos a pie del Palacio de La Granja. La actual fue mandada construir por el rey Carlos III de Borbón en el siglo XVIII y tenía como fin el abastecimiento con vidrios y cristales de los Reales Sitios así como dar salida de estos productos entre la nobleza.
El entorno del lugar era ideal para la instalación de una industria vidriera ya que encontraba en las cercanías con materia prima necesaria para hacer vidrio: arena con gran contenido en sílice, la madera de los pinares de Valsaín, agua de los arroyos cercanos o arcillas refractarias para realizar los hornos.

Ante la inexistencia de una gran tradición vidriera en Castilla, la Casa de Borbón abogó por traer maestros vidrieros de procedencia alemana y francesa y desarrollar aquí sus objetos de vidrio utilizando sus propias recetas, además de los maestros españoles. Estas familias de vidrieros van a trabajar de formas separada, diferenciando así los trabajos de los franceses o labrados del realizado por los alemanes o entrefinos.
La fábrica de cristales se componía de un planta industrial de unos 25000 m2 y contaba con hornos, talleres, patios, grandes almacenes para la leña y viviendas para los trabajadores. La planta principal de la fábrica está rematada a cada lado por dos grandes cúpulas, que recuerdan a una gran basílica, y que hacían las funciones de hornos.
Con el tiempo se van a fabricar tanto vidrios planos para ventanas y espejos como otros suntuosos objetos de vidrio soplado con caña.
En el año 2023 la UNESCO reconoció la técnica del vidrio soplado llevado a cabo en la Real Fábrica de Cristales durante 300 años con el titulo de Patrimonio Cultural de la Humanidad. La declaración protege “los conocimientos, técnicas artesanales y las habilidades de la fabricación del vidrio”.
Hoy día se puede visitar el museo, coincidiendo con la antigua planta industrial de fabricación, los talleres en los que se realizan trabajos de diseño, dorado y tallado artesanal y por supuesto, los hornos, en los que se realiza el vidrio en vivo.
Un gran atractivo turístico y cultural más para este lugar además de ofrecerla oportunidad de comprar piezas únicas de vidrio soplado.