SANTA AGUEDA EN ZAMARRAMALA. EL MUNDO POR MONTERA

Se acerca Santa Agueda, la fiesta “de las mujeres casadas”. Se celebra en muchos lugares, pero donde cobra mayor relevancia es en Zamarramala; Las homenajeadas son las «zamarriegas» que ganaron su derecho a mandar hace siglos en tiempo de la reconquista. Cuando el Alcázar se hallaba ocupado por los musulmanes y ellas, vestidas con sus mejores galas, fueron hasta sus puertas y entretuvieron a la Guardia Morisca con sus bailes hasta que los sarracenos se unieron a la fiesta. Mientras los hombres se introdujeron en la fortaleza y la tomaron. Como recuerdo de aquella gesta se conservan las alabardas en la iglesia y se utilizan en las celebraciones. Desde entonces se celebra esta fiesta en Zamarramala, el día de Santa Águeda.

Los hombres quedan en segundo plano y las autoridades ceden el bastón de mando a las mujeres.

Su tradición más arraigada se conserva en los trajes utilizados y también en los actos rituales que se celebran: el cambio de Montera, el peaje, la quema del pelele, la “Tajá”, la jura de bandera y el baile de las alcaldesas.

Se entrega el galardón “Ome bueno e leal”, título que se concede a personas o entidades que hayan tomado interés especial por Zamarramala; Se entrega además el «matahombres de oro», a personajes o entidades que han trabajado en la promoción de las mujeres.

Es el MATAHOMBRES una pieza del vestido tradicional de las zamarriegas, un alfiler que sujeto al mandil servía para pinchar a los hombres que durante el bailes se “arrimaban demasiado “.

Forman -además- parte del traje de gala de segoviana la camisa de corchados; las calcetas o medias; los pololos y las enaguas. Sobre esas piezas el jubón o corpiño y el manteo o refajo. Atada a la cintura la faltriquera, especie de bolsillo secreto; y el mandil. Zapatos de tacón bajo, que son para bailar; y el mantón de talle o “pico de segoviana”, que decía mi madre.

Y las joyas, que son fiestas; pendientes de dos carreras de aljófares; collares, de coral rojo y plata; relicarios de azabache, curioso es el “Cristo tripero” que pendiente del cuello, cae sobre un lazo rojo situado en la cintura; botones y hebillas de filigrana; botones y hebilla.

Es privilegio de las “zamarriegas” el uso de un tocado especial: la montera. De terciopelo negro liso, adornada con sedas, lentejuelas, picados… A cada lado lleva seis botones o dedales revestidos de oro o de plata, a los que se denominan “los doce apóstoles”. Consiste en dos triángulos, más o menos esbeltos y, entre ellos, a modo de casquete o copa, una tela de seda adamascada que hace de fuelle para dar la necesaria amplitud y poder encajar en la cabeza. La parte más alta se remata con un pompón de hilos o lanas de colores.

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