Blanca de Castilla es una de las reinas más conocidas de la historia. Nieta de la fascinante Leonor de Aquitania y madre del rey San Luis de Francia, destacó también por su gran inteligencia y dotes para el gobierno.
Blanca nace en Palencia el año 1188 y es la quinta de los hijos de Alfonso VIII, fundador del Studium Generale de esa ciudad, y de Leonor de Plantagenet.
Sancha López, nodriza originaria del pueblo de La Serna (Palencia), se encarga de la crianza de la pequeña Blanca. La Corona agradeció a Sancha y su marido el magnífico trato dado a la infanta. Les concedieron buenas tierras de labranza, según indica un privilegio del cartulario del Monasterio de Santa María de la Vega. Posteriormente, Don Pedro Rodríguez de Castro, miembro del poderoso linaje de los Castro, se hace cargo del cuidado y educación de Blanca.
Traslado a Francia de la futura reina
En el tratado de Le Goulet, el 22 de mayo de 1200, firmado entre Juan Sin Tierra de Inglaterra, tío de Blanca, y Felipe Augusto de Francia se convenía el matrimonio de la infanta de Castilla con Luis, hijo y heredero del monarca francés. El rey Juan se comprometió con este matrimonio a entregar a Luis un gran patrimonio: todos los castillos, villas y tierras de las que se había apropiado pertenecientes al rey de Francia. Se comprometió también a cederle todas sus propiedades si moría sin descendencia.
Su abuela materna, Leonor de Aquitania, ya octogenaria, vino a buscarla a Castilla y la acompañó hasta Burdeos, donde se despidieron. Blanca continuó su viaje hacia Normandía, donde se encontraría con su prometido.
Con tan solo doce años Blanca se encontraba sola, separada de sus padres y hermanos y en un país extraño. El obispo Hugo de Lincoln, según se cuenta en su Magna Vita, fue testigo de la tremenda nostalgia que Blanca sentía en un país extranjero con costumbres muy diferentes a las castellanas.
Desde ese momento Blanca va a permanecer toda su vida en Francia, manteniendo un frecuente contacto epistolar con sus padres y su hermana Berenguela.
Blanca, regente de Francia
En 1223 su esposo se convierte en rey de Francia, pero Luis VIII solo reinó tres años. Tras su muerte, tuvo que sucederle en el trono su hijo Luis IX. El heredero contaba con solo doce años de edad, por lo que la regencia de Francia recayó en Blanca.
La reina tuvo que hacer frente a algunas sublevaciones nobiliarias. No obstante, supo con gran inteligencia y decisión apaciguar el reino. Durante su regencia concluyó la guerra de los albigenses y restituyó el Languedoc a Francia. Su mayor propósito fue dejar a su hijo un reino totalmente pacificado.
A pesar de que concluyó su regencia con la mayoría de edad de su hijo, Blanca siguió aconsejando y asesorando a Luis IX en temas de gobierno.
Cuando el rey decidió partir a la séptima cruzada Blanca vuelve a ser nombrada regente en su ausencia. Luis IX dejó el país en abril de 1248, al día siguiente de consagrar con su madre la Sainte Chapelle en Paris.
Blanca fallece en 1252 en la abadía de Maubuisson, muy favorecida por ella y en la que fue sepultada. Su hijo Luis se encontraba en Sidón cuando le informaron de la triste noticia. Habían trascurrido veintiséis años desde que asumiera la tutela de su hijo Luis IX a la muerte de su esposo y más de cincuenta desde que abandonara la corte castellana.
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